De “recolectores de basura” a microempresarios
Escrito por Lorena López
Comenzó creando un sistema de microempresas encargadas de recolectar y procesar residuos urbanos para lograr ciudades más limpias y sanas en Perú. El mayor éxito inmediato ha sido dignificar el trabajo de los recolectores de residuos, quienes pasaron a pertenecer a un sistema de empleo formal, digno y con aportes sociales y jubilatorios. En esta ocasión, Albina Ruiz, fundadora de Ciudadsaludable.org, cuenta su experiencia como emprendedora y los logros obtenidos que se reflejan en una mejora en la vida de la gente.
¿Cuáles son las tres cualidades que hacen que un agente de cambio tenga éxito?
Perseverancia, ética y una cierta dosis de locura (risas). Y, sobre todo, hacer las cosas con amor, porque para lograr cambios en el sistema hay que tener un poco de locura y mucho amor por lo que se hace.
¿Qué fue lo que te hizo tener éxito en tu trabajo? ¿Qué tácticas o estrategias específicas has utilizado?
Creer en la gente. Uno puede tener problemas y a veces la gente puede no responder, pero hay que insistir y creer. Hemos logrado trabajar con diversos actores y creemos que el Estado debe cumplir un rol importante; también trabajamos con empresas y la sociedad civil: organizaciones de base, recicladores y otras entidades.
La estrategia específica fue y es trabajar en políticas públicas. Eso nos permitió expandir el modelo; incluso sacamos una ley que regula la actividad del reciclador y que brinda inclusión económica, social y dignifica el trabajo. Se aprobó en 2009 y fue la primera ley de ese tipo en el mundo.
¿Cuál es tu superpoder?
Creo en lo que hago. Amo mi trabajo. Me han ofrecido otros puestos con más dinero y siempre dije que no porque soy feliz haciendo esto.
¿Qué superpoder te gustaría tener?
La capacidad de hacer desaparecer la corrupción en todo el mundo. Estoy convencida de que sin corrupción habría menos pobreza.
Cuéntanos cómo el trabajo que vienes realizando está generando cambios en la vida de las mujeres, sobre todo a nivel personal, familiar y nivel de sociedad.
En una ocasión hicimos una convocatoria de 59 mujeres para sumarse a este proyecto… ¡y llegaron 700! Algunas ya trabajaban con la basura y otras en quehaceres varios e informales. Ese primer día les preguntamos cómo se sentían con sus vidas y la respuesta generalizada fue que muy mal y ni miraban a los ojos porque se avergonzaban de su situación.
Un año después hicimos la misma pregunta y las respuestas fueron: “Soy una mujer emprendedora”; “Soy empresaria”, “Soy feliz”, “Me siento buena madre”. Y además no solo miraban a la cara, sino que abrazaban y sonreían.